El nacer de una epidemia

La confusión, el miedo y la incomprensión hacen que esta historia merezca ser recordada:

«Al principio fue todo muy confuso, ya que no había razón alguna para justificar aquello»

«gente enferma de repente y muerta al día siguiente.»

Es por ello que nos pusimos a investigar. Aunque la sintomatología era muy variada, en los historiales médicos de los pacientes se repetían dos nombres con cierta frecuencia: Kaposi, era uno, y el otro un tipo de neumonía bastante inusual.

Los datos eran comunes en cualquier rincón del globo. Los mismos síntomas pero también «los mismos grupos». En un principio, todos los afectados tenían dos denominadores comunes: la homosexualidad o  la drogadicción.

Pélicula
Película «Philadelphia» 1993

“Desde las costas de California hasta la región más al este del país, los relatos de homosexuales y de drogadictos, en relación a la vida que no vivirían eran verdaderamente estremecedores y dramáticos”.

Pero era raro… ¿Una enfermedad que afectaba solo a homosexuales y a drogadictos? “La ira de Dios” la llamaron aquellos que achacan crueldad a la ciencia sin ser conscientes de sus propias palabras.

Lo curioso de los pacientes es que de repente se habían quedado sin barreras inmunológicas. No tenían como defenderse, y sus gánglios estaban notoriamente inflamados. En la mayoría de los casos la muerte esperaba en los pies de sus camas, era cuestión de tiempo.

Años más tarde, aparecieron los primeros casos en heterosexuales. Se desechó el nombre que se había dado a la enfermedad, por esta razón. Pero… ¿Cómo se trasmitía? Parece que el contacto sexual tenía algo que ver. Curiosamente empezaron a verse pacientes con los mismos síntomas que, en este caso, habían sido receptores de sangre.

“Era la sangre; lo que quiera que fuere aquello se trasmitía por la sangre también”

Fuimos más allá “lo interesante ahora sería observar los ganglios de alguno de los pacientes para saber de una vez por todas a que nos enfrentamos”. La ignorancia a lo desconocido hizo cundir el pánico en los principales centros de investigación.

Cuando la lucha parecía perdida, desde el país galo aparecieron los primeros brotes de esperanza, tras examinar los ganglios de un paciente: “parecía que las células de los gánglios de nuestro paciente, escondían algo… algo muy pequeño”.

¿Un virus? Parecía claro, pero… ¿de qué tipo?

Se aisló dicho agente y se comparó con otros tipos de virus ya conocidos. “Vaya… es curioso parece que es un retrovirus, como el que se había descubierto años atrás”.  Un año más tarde, en el otro extremo del mundo, se descubrió el mismo tipo de virus.

Doctor Robert C. Gallo, investigador biomédico conocido por su co-descubrimiento del Virus de Inmunodeficiencia Humano (VIH), agente infeccioso responsable del (SIDA) intercambia impresiones con compañeros de laboratorio.
Doctor Robert C. Gallo, investigador  conocido por su co-descubrimiento del virus  con compañeros de laboratorio.

Era un virus que afectaba al sistema inmune, inhibiéndolo de funciones. Se adquiría, de esta forma, un tipo de inmunodeficiencia, esto hacía que los pacientes afectados fueran terriblemente vulnerables a cualquier tipo de infección. Además también producía la inducción de tumores.

En 1981 se le dio nombre: el VIH o virus de inmunodeficiencia humana, que causaba un síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

Una epidemia que sacude a la humanidad en nuestros días y por la que se sigue luchando desde la prevención y desde la curación.

SIDA

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