Son muchos años los que han pasado desde que se concluyó el Proyecto Genoma Humano. Desde el inicio, algo rebosaba de manera incontrolada en el vaso del proyecto. Algo relacionado con la ambición, que escondía en realidad varios intereses más o menos éticos. Una finalidad que para muchos era el comienzo de una nueva era.

Sin embargo, la naturaleza nos paró los pies, de nuevo.

Hoy en día, y después de la secuenciación completa del genoma humano, se sabe que aunque sepamos toda la información que caracteriza desde células a organismos, aún no sabemos interpretarla. «Niños que ven letras sin saber leer» diría yo.

Por otro lado, es curioso saber más del genoma nos ha proporcionado también saber menos del mismo. Y no, no me he vuelto loco, hablo de interacciones génicas que jamás se nos habrían ocurrido, hablo de comportamiento de genes nunca antes descritos y hablo de un largo etcétera.

«En 10 o 15 años podríamos manipular aspectos como el color de pelo de un organismo, la altura del mismo…e incluso la inteligencia” decía la imprudencia personificada.